Las golosinas son una tentación a la que pocos se resisten. Sus atractivos colores y formas atraen a niños y mayores, que se dejan arrastrar por la variedad de sabores que deleitan sus paladares. Pero lo que muchos no saben es que estos dulces tan adictivos apenas aportan nutrientes y sí excesivas calorías.
Aunque es difícil negarle un caramelo a un niño, los padres deben tener en cuenta que un abuso de estos productos puede perjudicar su crecimiento. Endocrinos y pediatras coinciden en que no hay que prohibir las golosinas, pero sí ser estrictos a la hora de su consentimiento. Casi la mitad de los niños españoles toma golosinas al menos una vez por semana, y uno de cada tres consume a lo largo del día dulces o chucherias.
Hay que aprender a controlar el chantaje emocional, a saber muy bien cuándo y cómo hay que dar una chuchería al niño, una dosificación que tendrá que ir acompañada, además de dulces, de actitudes cariñosas. Son "refuerzos sociales" con los que el niño se acabará conformando tras haber realizado bien un trabajo y que a la larga deberán sustituir a la chuchería como recurso de "adiestramiento"
hay que prestar especial atención a la ingestión de gominolas por los más pequeños, "ya que al costarle trabajo masticarlas, pueden ingerirlas casi enteras y atragantárseles". Además, su textura pegajosa las hace poco recomendables si se quiere mantener una buena salud dental.
No hay comentarios:
Publicar un comentario